Las estrellas brillaban y en la oscuridad sólo se oían los coches que pasaban por la carretera y algún que otro pájaro piar. Ya habíamos llegado a nuestro destino, varios sentimientos como el miedo, la tristeza y el nerviosismo se cruzaron dentó de mí, ya nos encontrábamos enfrente de la granja, desde fuera podíamos percibir aquello que sólo uno puede percibir cuando esta enfrente de ella que es el desagradable olor que desprendía la granja desde dentro.
Fue muy sencillo entrar, cada nave era diferente, estaba la nave de maternidad, la de cría y la de engorde solo en todas ellas podías ver algo igual que era el miedo y la tristeza que reflejaban los ojos de cada cerdo al entrar. Se te caía el alma al suelo simplemente el ver como el ser humano había permitido que todos esos animales llevasen una miserable vida sólo para satisfacer su paladar, sentía frustración al ver todo aquello y no poder salvar la vida de cada uno de ellos ahora. Simplemente lo que podía hacer era abrir los ojos a la sociedad y enseñarles lo que se escondía tras los muros de las granjas industriales para que dejasen de colaborar con esa explotación evitando todos aquellos productos de origen animal y así poder salvar la vida de cada uno de ellos.