Igualdad Animal | Organizaci—n internacional de derechos animales
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|   Lunes 7 Junio 2010

«Llevo muchos años viendo imágenes de todo aquello, editando, visionando, seleccionando… Todo el trabajo de mis compañeros al final termina pasando por mis manos y me atrevería a decir que pocas personas han visto tantas y tantas horas de horrores como yo. Horrores que cualquier película de terror queda como comedia al compararlos… Ese es mi activismo, y por ello, para poder trabajar del modo más efectivo posible al final consigues bloquear, para bien o para mal, esa parte de ti, esa parte de tus sentimientos y emociones, que hace que te derrumbes ante toda esa magnitud incomprensible de sufrimiento, privación y muerte que se muestra a cada minuto ante tus ojos, tan amplia y destructiva que toda esperanza por extinguirla, a veces se escapa entre los dedos de las manos como si fuese simplemente una ilusión inalcanzable.

Sabía que tarde o temprano tendría que entrar dentro de una granja y a pesar de todo lo que ya había visto tenía miedo. Tenía miedo de mirar directamente a esos animales y ver que son reales, que todo lo que padecen es real y no tener la escafandra de la pantalla del ordenador para protegerme, para bloquearme como estaba acostumbrada.

Al final llegó aquel día. Sin pensarlo, entré armada con la cámara y la convicción de que aquello no debía afectarme, me esforcé por no pararme a pensar, por evitar que el terrible hedor me desorientase. Pasaron horas y creo que entramos en varias granjas hasta que fui consciente de lo que estaba haciendo y en dónde estaba.

De repente, rompiendo el monocorde ruido de fondo, se escuchan los gritos desesperados de un bebé. Una madre está aplastando a su hijo, ella apenas puede moverse y no puede evitar hacer daño a su propio hijo. Él lucha y grita y grita y grita… taladrando mi cerebro y desbloqueando mi sistema de defensa, haciendo que todo aquello cobre vida y se haga real. Todo es real. Y la cámara tiembla y rompo la promesa que me hice de no llorar. Levanto la vista, con los ojos aún vidriosos y lo veo, lo oigo y lo siento, por primera vez, en primera persona. Estoy ahí y ellos están ahí. Pero yo saldré respiraré, lloraré en la cama a solas, tendré dos pesadillas y seguiré con mi vida normal. Ellos no. Ellos se quedan y cuando salgan, los que logren salir, sólo será para conocer la muerte.»

Vive Vegano
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