> Mira ahora el testimonio en vídeo de Sharon Núñez
«Entender las dimensiones del sufrimiento que padecen los animales a los que esclavizamos es imposible. Desde nuestras cómodas vidas la mente es tan ajena a una comprensión real de términos como ausencia total de movilidad, terror constante o canibalismo, como a la idea de infinito.
Si hay alguna experiencia que nos pueda hacer entender lo alejados que vivimos del sufrimiento animal, esta es, entrar en una granja de cerdos. En mi caso la secuencia de hechos suele ser siempre la misma. Respiro profundamente para calmar los nervios, me pongo el mono blanco, entro en la granja, el olor me produce arcadas y nauseas, me concentro en hacer bien el trabajo asignado… entonces sin quererlo, en algún instante de este mecánico proceso y antes de que me de tiempo a reaccionar, la mirada de uno de los cerdos llama mi atención, y le veo, a la persona, a ese animal concreto que con los ojos refleja todo el horror que ha vivido desde el día en que nació. En ese momento comprendo lo incomprensible que me resulta todo.»